Escritor – Periodista – Filósofo – Filólogo – Antólogo - Director de la Cátedra de Literatura Hispanoamericana en las Universidades de Greensboro y de Notre Dame en Estados Unidos - Fundador en Madrid del Centro de Estudios Poéticos Hispánicos y fundador de La Alianza Hispánica en España, Estados Unidos y Costa Rica.
POEMAS DE LA CALLE INTERIOR
O
UN PAISAJE DE LA RUTA ÍNTIMA
Por: Carolina Mayorga Rodríguez
Hace mucho tiempo que Jesús María Stapper viene pintando el mundo que lo circunda, con el pincel y con las palabras. Lo ha hecho en su obra plástica, ya bien conocida, y en sus poemas, tal vez menos conocidos.
Poemas de la calle interior, su último libro, recoge en verso libre 87 de esas pinturas verbales; y, como su nombre lo indica, es un libro que dibuja, justamente, su paisaje interior: es el afuera reflejado adentro o es una calle que pareciera no tener salidas.
Se entra a ese paisaje por 20 poemas cobijados bajo el título de: Ausencias en mi calle. Que, en su conjunto, sugieren y enfatizan la ausencia y el vacío:
“Ausencia es no encontrarse”
(ausencia)
“Ahora
que partiste
hay un frío
que toma cuerpo...
El cuerpo de tu ausencia”
(vacío)
CAROLINA MAYORGA RODRÍGUEZ
Bogotá D. C. 2006
Profesora – Ex-Directora de Lingüística Universidad Nacional de Colombia – Ensayista – Poetisa - Coautora de libros educativos – Prologuista de libros de literatura universal para reconocidas editoriales.
“UNA CAMINATA POR EL TIEMPO”
ENTRE EL COMENTARIO Y LA SEMBLANZA:
Por: Edgar Sandino Velásquez
Nuestro tiempo, tiempo de prisas, de miradas superficiales -el tiempo de los aerobuses, la comunicación por la Internet, las virtualidades aún en el amor- es un tiempo de grandes escepticismos, de desconfianzas supremas, de olvidos y de rupturas. Tiempo en el que el hombre común, poco bucea en el interior y más bien quiere atragantarse de cosas, de sensaciones y de emociones que no le dan plenitud. Tiempo donde el hombre actual quiere explorar hasta reventarse en su propia superficie, porque quiere, quizás hallar en ella, el abismo por entre el cual sumergirse y perderse. El tiempo nuestro nos preocupa y nos ocupa. De ahí que con frecuencia lo reflexionemos, lo pensemos como rastro, como historia o devenir.
Jesús María Stapper por su profundidad poética, por la adicción temática es poeta del tiempo: pasado y presente, como lo es del amor y de las cosas cotidianas que viven en él. Poeta que sobrevive a su recuerdo, que reflexiona con igual y constante emoción, lo ido, lo perdido, lo que está en trance de irse, de perderse entre en la finitud de las cosas. Reflexiona lo inalterable del devenir, que llega al presente y todo lo transforma, todo lo aniquila entre las brumas del pasado.
Durante más de veinte años ejerció el periodismo en la radio y la prensa en Santander y otras regiones, actuando como columnista en diferentes periódicos y revistas regionales, nacionales e internacionales. Durante varios años se dedicó a luchar por los derechos de la juventud colombiana y por los derechos humanos, por la paz y la convivencia, por los derechos de los artistas, creadores y gestores, a través de los Consejos de Cultura, como representante de los mismos en foros regionales y nacionales. Ha sido representante artístico, conferencista y también lector de su propia poesía y en general de su obra literaria, en diferentes eventos. Como pintor ha realizado múltiples exposiciones en el país. Todo lo hace sin retroceder, lleno de convicciones. Lo hace con alma colombiana y con espíritu alemán.
EDGARD SANDINO VELÁSQUEZ
Casa Extramuros, Bogotá, Marzo de 2005.
Escritor – Columnista – Catedrático - Folclorólogo.
ALEGORÍAS Y ENYORANZAS
EN
“A LA VERA DE LAS PENUMBRA DE INVIERNO”
Por. José Luis Días-Granados
Periodista de reconocida trayectoria, promotor cultural, crítico de arte, pintor de incesantes búsquedas cromáticas y poeta de sorprendentes hallazgos líricos, Jesús María Stapper nos regala ahora una colección de narraciones elementales titulada A la Vera de las Penumbras de Invierno, en la que a través de un lenguaje personal y lleno de originales escenificaciones entrega a los lectores una serie de exorcismos y obsesiones “por la que van amontonando y desmoronando montones de recuerdos”.
Stapper es insaciable en su sed de metáforas. Les da caza y las instala entre frase y frase, luego las plasma como coloreando andanzas y cavilaciones. Incansable también se muestra el escritor santandereano en la permanente floración lírica que acaricia cada una de sus estampas y relatos. Allí se dan cita la lúcida reflexión y la búsqueda de significados a las sombras. Parece que inventara géneros y situaciones, logrando así que el lector viva por primera vez insospechadas dimensiones de la cotidianidad y al mismo tiempo disfrute de su asombro.
Explorador consciente de las profundas pasiones y conductas del ser humano en las más diversas situaciones de las estancias vitales, Jesús María Stapper logra construir en estos cuentos: A la vera de las penumbras de invierno, una afortunada recreación literaria de la vida de los hombres y de las mujeres del mundo, en donde los tiempos y las geografías se confunden en una totalidad formidable que lo enaltece a él como escritor al mostrar de manera afortunada las grandezas y las miserias del género humano.
JOSÉ LUIS DÍAZ-GRANADOS
Bogotá D. C. 2007
Periodista – Escritor - Presentador de Televisión - Crítico Literario - Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar - Ex-Presidente Unión Nacional de Escritores de Colombia: Une
“A LA VERA DE LAS PENUMBRAS DE INVIERNO”
Por: Euclides Jaime González
El escritor Jesús María Stapper ha tenido a bien designarme para que hable en este acto con motivo del lanzamiento de su libro A la Vera de las Penumbras de Invierno, editado por Panamericana Forma e Impresos.
Empiezo por decir que la obra de Stapper es un acierto literario que da margen para que la crítica se ocupe de ella sin desmesurado entusiasmo ni frágiles contemplaciones, pues siendo un trabajo consolidado puede resistir cualquier análisis objetivo. La comentaré sin ninguna pasión pero sí con el convencimiento de tener entre mí haber cultural un libro de importancia en la literatura nacional.
Me he detenido algunos momentos en considerar el comienzo de éstas páginas, como quien emprende una travesía de mucho esfuerzo, entre otras cosas porque el autor es un personaje múltiple que da lugar a que se le admire artística y literariamente desde cualquier punto. Y en el punto en que se le ubique genera cierto respeto cultural. De ahí que bien pueda estudiársele con resultados positivos tanto en su obra como en su trayectoria personal.
Provinciano como la mayoría de nosotros, se modeló con envidiable acierto en ciertas disciplinas del saber. Todo, así lo entendemos, con esfuerzo y sacrificio, como muchos de los hombres importantes de la Patria. Su vida ha tenido una particularidad definida: afán impredecible de superación, fruto de su inteligencia y de su capacidad para mirar el futuro y labrar su personalidad. Nacido en las ariscas y agrestes montañas de Cáchira, en la llamada Provincia de Ocaña, en la misma población donde el General Quintero Calderón pasara algunas temporadas de descanso y de meditación sobre los preocupantes acontecimientos de la época; en la misma Cáchira, madre de personajes ilustres, hacedora de acontecimientos políticos en el Departamento y refugio de esperanzas en las contiendas electorales de muchos conductores públicos. En esa Cáchira, dueña de la más bella y atractiva geografía; plantada en medio de espectaculares colinas e irrigada por cristalinos ríos, riachuelos, quebradas y lagunas para conformar con ellos una unidad esplendorosa que la hace sobresalir entre todas las comarcas del Norte.. Y sea esta la oportunidad para decir que yo no puedo olvidar a Cáchira, pues de allí salieron en mi adolescencia mis dos mejores maestros de escuela: Noel Barriga y Luis Ernesto Vargas.
La obra de Stapper invita a reflexionar en serio. La he leído con cuidado y esmero. Y en muchos momentos me ha dejado impresionado, especialmente al considerar que en nuestra Provincia exista una persona de su fuerza y su talante. Y esto me lleva a una reflexión personal. ¿Por qué figuras como la de Jesús María Stapper permanecen ocultas para muchos de sus coterráneos, para algunos intelectuales, para la dirigencia política del Departamento? Conste que este ha sido un largo y permanente equívoco de nuestros hombres influyentes de la región. De ello se ha lamentado la historia regional al recordar nombres de especial valía intelectual como Luis Eduardo Paéz Courvel, Adolfo Milanés, Luis Tablanca, Ciro Alfonso Lobo, etc., para hablar solo de la Provincia de Ocaña, a quienes no se les dio la oportunidad de demostrar en la dirección de algunos destinos de Colombia su capacidad de acción. Ojalá que algún día, no muy tarde, este error se corrija, especialmente eliminando ciertos egoísmos comunes en nuestro reducido medio. Por eso no queremos que esta obra, la obra de Stapper, al igual que la de otros cuentistas, destacando las de Carmen Stella Rangel, José Antonio Toloza Cáceres, Aurelio Carvajalino Cabrales y algunas más, pasen desapercibidas y silenciosas por falta de difusión y de conocimiento. Todo lo contrario, aspiremos a que estas figuras de las letras nacionales lleguen a la mayoría de los lectores del país para que el pensamiento y la crítica les den el valor que merecen. Recuérdese que nuestro Departamento no ha sido generoso en escritores dedicados al cuento y ello nos hace pensar en que debe ser mayor nuestro estímulo para quienes hoy se dedican a estos menesteres del espíritu.
Stapper no es solo el escritor que se refleja en la obra que pretendo comentar. En su haber cultural reposan considerables y prolíferos valores de arte que pueden estimarse como guía de muchas generaciones. El arte pictórico, la poesía, el cuento, la crítica de las artes plásticas, etc. muestran al autor como un maestro de estilo propio, libre, vigoroso y lúcido.
No me atrevo a comentar su obra pictórica, porque para hacerlo bien se requiere ser artista. De esta materia se ocupó, hace precisamente un año, la comentarista de arte Lilia Gutiérrez Riveros, en la Exposición de Pintura Actos del Arco Iris II de Jesús María Stapper. Y sé que su exposición artística la adquirieron en Israel, precisamente por buena.
¿Y el poeta? Allí está, enclavado en sus libros, en sus pinturas, en su narrativa periodística, en sus cuentos, en toda su obra. Y yo me atrevo a destacar el hecho de que casi en toda ella se aprecia una sorpresiva rebeldía enderezada a buscar y lograr la libertad creadora de su propia inspiración. Todo discurre a semejanza del artista que planta sobre el lienzo, con su pincel y su mano maestra, el color y la imagen que dan vida a la obra de arte. Porque la poesía es un estado del alma que se refleja en todo cuanto un hombre es capaz de concebir, teniendo como meta y principios definidos la propia belleza. Y Stapper ha concebido, consciente o inconscientemente, las etapas y caminos que conducen a la interpretación y conocimiento de las nociones humanas: el hombre materia, producto de su propio origen y el hombre guiado por la sabiduría del Cielo.
Poesía, arte, pensamiento vivo y rasgos filosóficos irriga Stapper a lo largo de su obra. Las ocurrencias metafóricas salen en ciertos casos como a borbollones, sin que haya un dique que le detenga y él mismo parece digerir la idea de que hay hombres que van, como Mal-ateo “por los senderos que conducen sin preámbulos a ninguna parte”. Pero el autor de los cuentos si camina seguro por los caminos de la certidumbre, con destreza y habilidad, sin detenerse, con su mirada fija en un punto fijo, sin importarle para nada ni las reglas, ni los modelos. Es un creador original, artísticamente dado a la libertad, con algunas aproximaciones a corrientes literarias fraguadas en Europa donde tenían asiento e influencia Baudelaire, Verlaine, Poe y Mallarmé, entre otros. No pretende ni busca utilizarlas. Salen de él en forma espontánea, como si fuera una fuente natural que se desliza suavemente por sus propias vivencias. Y a veces resulta explicándolas todas en “unidades conceptuales que adoptan formas de expresión” como dijera Neyla Pardo Abril al referirse a Humberto Eco.
Muchas y muy buenas cosas habrán de decir los críticos sobre la obra de Stapper. Apenas comienza, su vida como intelectual es para largo trecho.
El buen cuentista posee gran imaginación, gran talento intelectual, alto conocimiento de las tragedias, glorias y virtudes humanas; disposición permanente de la gracia y de la inventiva literaria en combinación con algunas realidades y ciertas fantasías que den al cuento posturas armónicas con la ficción y la alegoría. El cuentista es un soñador de la cotidianidad humana, haciendo que sus creaciones sirvan de enseñanza o de recreación. Así podríamos pensar que el cuento es una representación imaginaria de sucesos comunes del propio hombre.
El cuentista, al estilo de Jesús María Stapper y como cualquier filósofo que se convierte en un aparente estribo de recios maestros, vive alegóricamente, inmerso en la selva, en esa selva que Sándor Márai refunde con la soledad, en esa soledad que no es más que un “lugar lleno de secretos” y que en cualquier momento pueden incursionar al campo de la locura. Allí está Orlando, el de La Casa, “directo a la locura”, a reunirse con el resto de los locos en la habitación que ha desaparecido, que no existe, ni ha existido, salvo en la mente del cuentista. De ahí su constante cavilar por las regiones sublimes de la soledad, de sus querencias, de sus nostalgias, de su deseo infinito por lograr la comprensión del hombre en sus distintas dimensiones. Y es la misma soledad, y el mismo encierro que Stapper vio vivir en cabeza o en el alma de Lucila Gamboa y Ernestina, “la guacamaya”. Entonces, Stapper al lado de Jorge Luis Borges, crea el mito para darle altura al relato o cuento.
Leer A la Vera de las Penumbras de Invierno es aletear por los difíciles e intrincados senderos de la metafísica, disciplina con compliques para la mayoría de los profanos en estos menesteres, como yo. La idea, la palabra y la metáfora, forman un todo común que nos presentan al autor como una especie de tahúr lingüístico, manoseando sin importarle un bledo los mandamientos de la preceptiva, donde su única guía es su propio estro. No obstante, y ahí reside lo curioso del escritor, salpica a lo largo y ancho de su trabajo todos los elementos de la estética literaria. Para muchos podría aparecer como un escritor rimbombante en prosa: pero en el fondo lo que existe es un manejador importante del idioma, en que las formas líricas, los modismos, los giros y la utilización del léxico encuentran cabida en el texto, como sucede con escritores al estilo de Felipe Antonio Molina, Silvio Villegas, Bernardo Arias Trujillo y otros de rara y espléndida pluma en Colombia.
De sus veinte cuentos de esta obra difícilmente se encuentra uno mejor que otro. Por ello no se justifica analizarlos individualmente, sino en su conjunto, ya que encierran en el fondo una armonía valiosa de estilo y de conceptos. La mayoría de las frases son expresivas y exactas para darle al contexto una gran fuerza de cognición. Las descripciones son de preciosa factura, especialmente porque el autor, en su constante imaginación, se destapa con cierta lucidez ante elementos subjetivos que le hacen vivir una vida lejos de la materia: amor, placer, belleza, soledad, sombras, angustias, sensualidad, ensueños, verdad, amistad. En algunas páginas en vez de drama y trama, existe un canto, como una admonición bíblica, un mensaje que ronda sobre la humanidad y que el hombre no quiere escuchar ni entender, como cuando el necio pasa desapercibido ante las celestiales invitaciones del Cantar de los Cantares.
En el transcurso de los cuentos se configura una especie de filosofía que emerge de cada metáfora y de cada frase. La vida, entonces, no es más que un espejo tanto para quien produce la imagen como para el que la contempla. “El espejo bergere de cristal (Metáfora en el espejo de Janna) no es frío objeto pegado a la pared, aunque para vivir es ser inherente de otro ser, no deja de ser un ser”.
Con estilos literarios un poco opuestos, al leer a Stapper (Danza Singular, por ejemplo) parece que existiera una cierta coincidencia con García Márquez (La Santa, por no citar otro cuento) en la búsqueda de sus objetivos literarios; más recurrente, más espacioso y más inteligible éste, pero más metafórico e intrincado aquel.
El autor de “Los puros cuentos”, un sobre título de la obra que comento, se embelesa en raros hechos cotidianos hasta llevar su imaginación a correr pareja con la intuición de haber saboreado a su gusto cuanto escribe. Así, las narraciones o inventivas de sus cuentos parecen ser sus propias vivencias, pues al igual a como cata el buen vino lo mismo parece acontecer con las doncellas. Existe un hombre entregado a la filosofía, que no trabaja a pesar de que filosofar implica estos menesteres, y por ello llega a la mujer que todos desean pero que ninguno conquista, sólo él, pero en su inconsciente, apasionadamente bajo un ensueño, bajo su imaginación, en su emoción y en su deseo (Mujer de Magazín). En el campo de la ilusión y de la vida amorosa, se acerca a José Asunción Silva cuando en De Sobremesa decía al referirse a su mujer amada: “¿En donde estás? ...Surge, aparécete. Eres la última creencia y la última esperanza... Tal vez no hayas existido nunca y sea solo un sueño luminoso de mi espíritu; pero eres un sueño más real que eso que los hombres llaman Realidad. Lo que ellos llaman así, es solo una máscara oscura tras de la cual se asoman y miran los ojos de sombra del misterio, y tú eres el Misterio mismo...”.
Cabe anotar que en los cuentos de Stapper aparecen siempre tanto el filósofo como el poeta. En algunos casos, más que con cuentos, tropezamos con trozos literarios de mucho vuelo, predominando la ficción sobre un relato en suspenso. La “sombra”, como un espectro o como un ángel, anda adherida a Nathalia y al roble, pero se va, se la lleva el río porque “no puede esconderse tras de sí misma porque es claro... totalmente claro, que la sombra no tiene sombra”.
Si no se acoge intencionalmente a las formas preceptivas, sí entronca con facilidad en ellas dada la oportunidad que le brinda su osadía de jugar con las ideas y el lenguaje y de buscarles a aquellas el más rico y ponderado caudal lexicográfico. Giros sugestivos, picantes y metafóricos fluyen a lo largo de toda su obra. Baste coger al azar estos ejemplos: “a gritos guarda silencio” (Metáfora en el espejo de Janna); “río de agua que no corre” (Pertenece a otro mundo); “la música suena sin ser oída” (Ibidem); “la viví tantas veces sin vivirla” (Mi vecina en fragmentos); “no comía ningún bocadillo porque al parecer se los tragó todos” (Ibidem); “senderos que conducen sin preámbulos a ninguna parte” (Cuerpo pálido); “encantadoras muchachas que se esconden primaverales detrás de la esquina ubicua del tiempo” (Imprecaciones marinas); “hombres que no necesitan morir para estar muertos” (En silencio); “llegó de tal manera a ser cuerpo inerte que anda” (Ibidem); “los equipos de sonido suenan como si los discos fueran a morir de sed” (Morir dos veces después de la muerte); “un grito sin voz se desgarra entre sus dientes” (La agradable tristeza de Lorenzo Días), etc.
Por sus concepciones, por su vuelo, por su sagacidad literaria y por su manera de combinar la prosa con el arte poético, nos da la idea de que estamos frente a un escritor de sobrada armonía temperamental, como si fuese un músico que coordina magistralmente los sonidos para darle a la composición una tonalidad exacta y agradable.
El amor, la carne, el sexo son temas recurrentes en el autor, especialmente para evocar la pasión del hombre en su sentido humano. Para ello se convierte en utilizador de tropos, especialmente la metáfora. Si bien se ubica conceptualmente en el simbolismo y surrealismo, en no pocas oportunidades aparece como un romántico solitario y austero. Siempre hay para él una mujer bella y en su imaginación ésta mujer está siempre desnuda e incitante. Es la lucha del hombre materia con el sosiego y la templanza. Esto le lleva a manejar la fantasía con cierta habilidad, hasta desnudar la belleza femenina con mucha sabiduría, delicadeza y realismo. Por eso colocar al lector en la posesión de la verdad sexual, sin que se anteponga obstáculo alguno que lo aísle del poder del deseo y del placer de la sensualidad.
Y la sensualidad la aborda con cierta sabiduría, a la manera de los grandes novelistas y cuentistas, como argumento de gusto y placer. García Márquez, por ejemplo, no se desprende sino ocasionalmente de estos temas, al igual a como lo hacen, entre otros muchos, Rojas Herazo, Marvel Moreno, Julio Cortázar. La narrativa pornográfica la arma el escritor para darle movilidad a su cuento y estimular subjetivamente el placer del lector. Todo parece contribuir a la creatividad del acontecimiento narrado y a la expectativa del desenlace final.
Autores hay que inspiran a Stapper y con ellos encuentra cosas que le llevan a expandirse mentalmente. Así, el mar no está lejos de él y llega a contemplarlo emocionalmente como algo “ebrio de vastedad, raudo, arisco, indomable...”, entonces es cuando Hans, enamorado del mar “adora el mar femenino de Michelet con sus senos redondos y pródigos de leche, tan llenos que no pueden evitar derramarse en grávida cascada, extrayendo los frutos del alma de la ferviente madre” (Imprecaciones Marinas). Y siguen los mares de Baudelaire, Poe, Rimbaud, Barba Jacob, Neruda, Lamartine y Vallejo. Entonces Hans, inspirado en la “foto sepia” de Ofelia, se acerca a la locura y a la soledad, las mismas que desarmonizaron a ciertos personajes en el Último Encuentro de Sándor Márai.
Yo me entrego con cierta porfía a la narrativa stapperiana porque me llama la atención y me seduce literariamente, a veces como si estuviese saboreando el ideario de su paisano o coterráneo Inmanuel Kant, unidos por vínculos de alguna tenue afinidad de pensamiento y por algunas coincidencias personales y humanas. Kant fue de familia de artesanos humildes y de muy cortos recursos económicos hasta verse obligado a ganarse la vida como preceptor de familias aristócratas. Por su parte Stapper ha recorrido una vida parecida: luchador, pensador, poeta, filósofo y maestro en diferentes latitudes.
Y quiero terminar diciendo que Stapper escribe a su manera, como grande, a veces con frases que cualquier purista idiomático recomendaría dividir para que haya mayor armonía y comprensión de la idea. Pero que de todas maneras debe entenderse que las escribió un intelectual que narra con la ligereza de la luz, como quien llena apresuradamente un cántaro con licor divino destinado a embriagar a los dioses de la tierra.
Tiene Jesús María osadías conceptuales en el campo teológico y dogmático, como aquello de que “¿Cuántos Cristos bajan a la tierra a soportar dolores sin el virtual milagro de la resurrección?” Y Hans, el célebre Hans de las “Imprecaciones marinas”, “...no asiste a cultos de dioses importados”. Y “nadie conoce el cuerpo real del alma, yo sí” (Extractor de almas).
De la obra literaria de Stapper hay mucho por hablar. Las comparaciones a veces son fatales. Pero los hombres grandes tienen material para soportar parangones con otros también grandes. ¿Por qué no pensar, se me ocurre, que Stapper se aproxima a un personaje importante de la literatura universal, como es el caso de Rudyard Kipling?. Ambos dedicados desde la juventud al periodismo, publicando trabajos de consideración en periódicos y revistas; ambos poetas y ambos excelentes cuentistas. Stapper nacido y criado en medio de las colinas y Kipling escribiendo los cuentos de las colinas. Y no lejos de Kipling están Conrad, como exponente de la narrativa y Jean Coctrau para convivir en el simbolismo y en el surrealismo, amando conjuntamente la decoración y la pintura, cuyos exponentes principales son ni más ni menos que Picasso y Salvador Dalí.
Termino este trabajo diciendo que con la obra de Jesús María Stapper las letras de Norte de Santander se han enriquecido y que bien vale la pena considerarlo como paradigma de nuestra cultura.
EUCLIDES JAIME GONZÁLEZ
Escritor – Ensayista – Catedrático – Abogado – Concejal - Ex-Presidente Consejo de Ocaña - Ex-Vicepresidente Asamblea Departamental de Norte de Santander –Parlamentario - Perteneció al Instituto Caro y Cuervo - Premio del Idioma otorgado por La Academia de la Lengua – Notario en Bogotá.
Texto leído por el oferente, Doctor Euclides Jaime González, con ocasión de la presentación del libro de cuentos: A la Vera de las Penumbras de Invierno de Jesús María Stapper en la Casa Delegación del Departamento de Nariño en Bogotá, el jueves 13 de Mayo de 2007. Evento organizado por la Asociación de Amigos de Norte de Santander en Bogotá y el Exterior.
“A LA VERA DE LAS PENUMBRAS DE INVIERNO”
Por : Oscar Londoño Pineda
Al leer los cuentos escritos por Jesús María Stapper se encuentra el lector con una imaginación fértil que hace que el caudal de las palabras brote impetuoso como un torrente en descenso, o el golpearse de las olas contra los peñascos, o, espejeante, como los pasos del sol sobre la superficie de las olas. Hemingway considera que la “característica indispensable de un buen escritor es un estilo hecho con lucidez”. Esta recomendación del Maestro se cumple a satisfacción en este libro. Ese el motivo para que resulte grata su lectura para quienes se deleitan con las mieles exquisitas de una buena prosa.
Y en verdad que se lee en estos cuentos una muy buena prosa, que toca, en ocasiones, el cielo de la poesía, sin que la trama deje de estar asistida de suspenso, coordinación en el desplazamiento de los personajes, estructura en su conformación. En estas páginas también se asoma el pintor que es Jesús María Stapper, con su lenguaje de líneas para ilustrar cada uno de los textos. Se presentan estas ilustraciones, a manera de síntesis de aquello que el lector desentrañará al avanzar en la lectura.
OSCAR LONDOÑO PINEDA
Escritor- Abogado- Periodista- Alcalde de Tulúa -Juez- Magistrado. Parlamentario- Catedrático - Pertenece a distintas Academias de Historia y de La Lengua.
Texto leído por el oferente, Doctor Oscar Londoño Pineda, con ocasión de la presentación del libro de cuentos: A la vera de las Penumbras de Invierno de Jesús María Stapper en el Convenio Andrés Bello en Bogotá, martes 17 de abril de 2007.
ACERCA DEL LIBRO
REFLEXIONES – TESTIMONIO
Por: Horacio Serpa Uribe
Para hablar de la obra del poeta, hay que hacerlo del hombre, que en sus aspiraciones, en sus inquietudes, en sus experiencias, en su sensibilidad, construye la obra que lo identificará en la notable labor de mantener vigentes los sueños y el espìritu. En Jesús María Stapper, hay que elogiar por sobre todo su sensibilidad que lo lleva a tratar con enorme delicadeza lo intangible, lo sentimental, y a dimensionar con plausible decisión todo lo concerniente a lo social.
En tan atractiva obra, se conoce a Stapper en su juventud, en su capacidad de observación, en la preocupación que le asiste por defender los valores que en su juicio son los más necesarios para el hombre. Por eso, al lado de lo romántico aparece la referencia social, el análisis político o la protesta por las precariedades que advierte en la cuotidianidad de su Patria, lacerada por la injusticia y la violencia. Lo que en nada contrasta con la espiritualidad de sus sentimientos y de sus afectos, y la verdadera dimensión de su creación, llena de todas las figuras literarias y, que se hallan contenidas en este libro, que impresionan gratamente en el recorrido de su obra poética.
HORACIO SERPA URIBE
Bucaramanga (Santander) Colombia 1991
Ex-Ministro – Ex-Procurador General de La Nación – Ex-Presidente Asamblea Nacional Constituyente – Ex-Senador –Ex –Embajador - Ex-Director Partido Liberal Colombiano – Columnista – Gobernador Departamento de Santander.
EL VUELO DEL ARCO IRIS EN LAS MANOS DE STAPPER
Cuando traiga nubes sobre la tierra
aparecerá en las nubes el arco,
y recordaré mi pacto con vosotros
y con todos los animales,
y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes.
Génesis 9, 13-15
Por: Lilia Gutiérrez Riveros
Los rayos de sol atrapan el asombro de la lluvia saltarina que se impregna de virtudes, emociones y expresiones a través de las pinceladas que van creando universos en el lienzo, al ritmo del corazón de Jesús María Stapper.
Entrar en el abanico de la invención de este mago de la pintura, que supera los veinte años de constancia, es sentir que la alegría se apodera de los espacios. El arco iris como un mítico reflejo, envuelve en su misterio: lunas, planetas, sueños y estrellas de distinto brillo. Surge la ciudad innominada, como otro de los ejes temáticos de esta excelente colección. Desde cada pincelada, la luz nos envuelve en el ritual de la imagen.
Un caballo superpuesto a cualquier dimensión parece salir del cuadro en busca de su dueño.
Los meteoritos de papel cartón muestran tres o cuatro dimensiones, donde aparece el caos de la industria con ciertas figuras que respiran el impresionismo. Un río oscuro, como el oscuro transcurrir de la vida citadina separa las ciudades. Se sueltan lunas, quizá planetas, como sueños que se agigantan.
...A la luz de las luciérnagasse descubren los mundos paralelos del micro y el macro cosmos, donde juegan el verde aguamarina y el fucsia para originar un arco iris como espejo de otro arco, con tintes de lluvia y alas desprendidas de las nubes, en cuya base, las franjas verticales dan vuelo a otra dimensión. Esa dimensión que es posible, gracias al sabio manejo del óleo en las manos del poeta-pintor, Jesús María Stapper, dueño de una profunda sensibilidad.
En Horizonte clase altaaparece la ciudad innominada y sobre ella, la rama, génesis de muchas hojas: síntesis de la riqueza que ofrece el universo. El cuadro atrapa sensaciones que se prolongan en la profundidad y la lejanía.
...Allá en tu imperio verde, el torso de una mujer recibe el germen de la vida, al fondo dos colinas y luego sin falta la ciudad inerme. Los verdes atrapan lunas y planetas y el arco iris trayendo la fuerza de la realización.
...Estelas en la tarde, sobre tres franjas un cometa, una estela que se suelta dejando los visos de luz, y luego otra estela con su luz y otra y otra. En el centro el origen de estelas y el arco iris encontrándose, desde lo vertical hasta el horizonte. El púrpura vertical, a manera de telón se descorre y se impregna de pasión.
EnelAlfabeto del arco iris, se halla la fuente de la vida, la sabia, la luz que descubre universos y el planeta se prolonga al infinito.
Llega la poesía en plenilunioal centro de un castillo. Aparece una vez más, el toque impresionista en tres figuras que se desplazan leves. Luego universos de universos con estrellas, el arco iris y un telón que se detiene recordando las construcciones del antiguo Egipto.
El observador puede quedarse perplejo en la contemplación de lo etéreo, de la conjugación entre lo real y lo fantástico de los vuelos de la danza en esta colección donde aparece también la invitación al hombre y a la mujer, el cuerpo nocturno, el seno al infinito, invocando el mundo de los cuentos de Medio Oriente, como ir más allá y dejar atrás el caos.
En buena hora, el Ministerio de la Protección Social y la Dirección Territorial de Cundinamarca se han vinculado a este certamen en el que Jesús María Stapper entrega esta excelente exposición Actos del arco iris como resultado de su permanente búsqueda.
En el deleite de esta magia del color, bien se aplica el principio de Borges: el arte es todo lo contrario de lo general, no clasifica, desclasifica. El arte es individual. Colombia y el mundo de la plástica cuentan hoy con una nueva dimensión de la pintura, una nueva propuesta, es la expresión de la riqueza espiritual de Stapper, el Maestro que nos ofrece desde la luz y la honestidad una puerta abierta a la realización.
Lilia Gutiérrez Riveros
Bogotá, Marzo de 2006
Comentario para el catálogo de la exposición Actos del Arco Iris II por la Ex-Directora de la Escuela Superior de Arte Universidad Innca en Bogotá- Autora de libros académicos y de literatura - Pertenece al grupo literario Contracartel y la Unión Nacional de Escritores de Colombia UNE – Directora de Poetas Sin Fronteras.